jueves, 14 de julio de 2016

La casa maldita de Amityville

112, OCEAN AVENUE
Esta historia tiene como escenario una casa ubicada en el 112 de Ocean Avenue, en Amityville, Nueva York. La madrugada del 15 de noviembre de 1974, el hijo mayor de la familia DeFeo, de tan sólo 17 años, asesinó a sangre fría a sus padres y hermanos, con un rifle, dejando un total de seis personas muertas.

Los investigadores no tenían ningún indicio que les permitiese sospechar de alguien en concreto, hasta que uno de los detectives que recorría las habitaciones de la casa en busca de alguna pista encontró en la pieza del único superviviente dos cajas de cartón de balas para un rifle.

Las investigaciones comenzaron a arrojar resultados asombrosos, como un robo que el joven habría cometido contra su abuelo y sus extraños cambios de humor. Después de largos interrogatorios, la policía consiguió la confesión, y el joven fue condenado a 25 años de prisión.

Pero la verdadera historia de Amityville comienza días después, el 28 de diciembre de 1974, veintiocho días después de los asesinatos. Ese día, otra familia, compuesta por el matrimonio de George y Kathy Lutz, se mudó al lugar donde había ocurrido la masacre. La casa, espaciosa y de muy bonita arquitectura, estaba a la venta a un precio excepcionalmente barato, y los Lutz decidieron obviar los violentos hechos ocurridos con antelación y compraron el inmueble, aunque solamente pudieron ocuparlo 16 días debido a los extraños fenomenos que se sucedían...

Desde el primer momento en que ocuparon la casa, el matrimonio y sus hijas pequeñas sintieron una presencia sobrenatural, que se iba haciendo más fuerte cada día. Al principio, se escuchaban ruidos extraños a lo largo del día; luego, comenzaron a aparecer manchas en las paredes y malos olores sin motivo aparente, y las puertas y ventanas se abrían solas.

Kathy Lutz agregaría que en reiteradas ocasiones se sintió observada en ciertas partes de la casa, principalmente en las habitaciones, y que una vio unos ojos rojos que la miraban desde la oscuridad a través de la ventana. De repente, comenzó a tener pesadillas repetitivas con los crímenes sucedidos en la casa, pero soñando que las víctimas eran los componentes de su familia.

La supuesta entidad que habitaba la vivienda trató incluso de apoderarse de los cuerpos de sus residentes, manipulándolos a su propia voluntad y obligándolos a cometer actos de naturaleza violenta, algo en lo cual los Lutz nunca han querido ahondar.

Unos de los fantasmas en la casa
A los pocos días de habitar el lugar, el matrimonio se convenció de que la casa estaba poseída por una presencia demoníaca y recurriría al sacerdote de la iglesia más cercana, quien contaría después que al tratar de bendecir la casa, escuchó una voz que lo echaba, una voz que surgió de la nada desde la planta más alta de la casa y que gritó: ¡¡¡ LARGATE DE AQUÍ !!!. Según los relatos de la época, cuando el sacerdota ingresó a la casa, el ambiente se llenó de un olor putrefacto y una nube de moscar invadió el lugar. El religioso debió luchar con una fuerza física que le impedía acercarse a la casa y finalmente fue violentamente expulsado.

La visita del sacerdote marcó el punto en que los sucesos paranormales se incrementaron, George empezó a sentir presencias extrañas también, e incluso sentía miedo a abrir los grifos pues suponía que una presencia maligna podía salir de ellos si abría la llave de paso. Las alucinaciones se hacían más comunes y la desconfianza en la familia se acrecentaba, George afirmaba que su mujer se estaba transformando en una bruja pues, según él, se le estaban cayendo los dientes y el pelo. Tal punto que los Lutz debieron abandonar para siempre la casa, que desde entonces se encuentra deshabitada y sobre la cual pesa el estigma de la leyenda de Amityville.

Asesinato de la Familia Defeo

La noche del 14 de noviembre de 1974, la policía recibió una llamada para que acudiesen a una casa de Amityville, en el condado de Suffolk (Nueva York). Allí encontraron un espantoso escenario. Seis cuerpos sin vida correspondientes a la familia DeFeo casi al completo. Padre y madre, dos hijos y dos hijas habían sido asesinados con un rifle mientras dormían en sus camas. El único superviviente, Ronald, hijo mayor de la familia De Feo (conocido como Butch), parecía inconsolable. Durante sus conversaciones con la policía, señaló que el responsable podía ser un tal Louis Fatini, un mafioso que según Butch, había mantenido alguna rencilla con su padre. Sin embargo esta historia no terminaba de cuadrar.

El asesino

Ronald DeFeo Jr., conocido como “Butch”, nacido el 26 de septiembre de 1951, era el hijo mayor de la familia. De niño siempre tuvo un comportamiento explosivo, agresivo y un tanto solitario, lo que desembocaría en una pésima relación con su padre, quien se caracterizaba por tener también un temperamento violento y muy severo.
La mala relación padre e hijo y la falta de comunicación se suplió con dinero. A Ronald nunca le faltaron lo excesos. Sus padres se esmeraban hacerle regalos y darle dinero a cambio de una convivencia más tranquila. Esto sólo empeoró la actitud de Ronald.
Mientras estudiaba llegó a liderar un grupo de violentos vándalos. En esa época tomaba LSD y también coqueteaba peligrosamente con la heroína. Sus padres decidieron sacarlo de la escuela parroquial cuando tenía apenas diecisiete años. Visitó a varios psicólogos y psiquiatras que no consiguieron ayudarlo, pues mantenía esa conducta violenta delante de los propios médicos.
Fueron muchos los problemas de Ronald durante su adolescencia. Creó situaciones delicadas durante algunas fiestas a las que fue invitado. En una de ellas, apuntó con su escopeta a la cabeza de uno de sus amigos, sembrando el pánico. Tras unos tensos segundos le dijo “Vaya… te has puesto blanco”. Así era Ronald, impredecible y violento.
Mientras tanto el matrimonio DeFeo seguía teniendo fuertes discusiones y en una ocasión Ronald, harto de presenciarlas, se dirigió a la sala con una escopeta en las manos y apuntó a su padre. Le gritó que abandonara de una vez a su madre y le aseguró que le iba a hacer pagar por sus malos tratos. Luego disparó, pero el gatillo se trabó y el incidente no pasó a mayores.
En su evidente locura y sumido en las drogas, Ronald comenzó a realizar sacrificios satánicos en el sótano de la casa, en el cuarto secreto detrás de la alacena: mataba perros y cerdos y pintaba con su sangre las paredes pidiendo dinero y poder.
Poco antes de aquel 14 de noviembre de 1974, Ronald cometió un robo en la empresa de su abuelo, sin embargo éste le perdonó y dejó pasar el hecho sin colocar una denuncia. Pasarían sólo días antes de que Ronald asesinara a toda su familia y así diera origen a la leyenda negra de la mansión de Amityville.
El crímen

El 13 de noviembre de 1974, Ronald DeFeo llevó a cabo lo que llevaba tiempo planeando, aunque luego declararía que aquello fue una “orden” porque escuchaba voces que le decían que tenía que hacerlo. Drogó a toda su familia para que no se despertaran. Ni siquiera se acostó, sólo se tumbó sobre la cama. Esperó a las 3:15 de la madrugada; llegada la hora, se levantó y cogió un rifle de caza de los muchos que tenía en su habitación, pues era aficionado a la cacería.

Ronald entró primero en la habitación de sus padres y les disparó en la cabeza. Tenía cuatro hermanos, dos niñas y dos niños. Los niños dormían en la misma habitación; la niña, Allison, de trece años, lo hacía en la misma planta que sus padres, pero la dejó para más adelante. Ella fue la única persona que se despertó cuando escuchó los disparos. Ronald descubriría que fue la única que no probó el primer plato de la cena, donde roció los somníferos. Pero esto no le valió: la mató igualmente, pero antes la llevó hasta su cama.
Asesinó a todos sus hermanos. Después los tapó con una manta, los puso como si estuvieran durmiendo boca abajo y con los brazos bajo la cabeza, cruzados. Limpió parte de la sangre de las paredes, tomó un baño, se vistió con calma y camino al trabajo, desechó las pruebas cruciales como la ropa manchada de sangre, el rifle Marlin y los cartuchos.
Lo hizo más temprano de lo habitual, pero buscó una excusa: no podía dormir y así adelantaría en el trabajo. Como su padre tenía que hacer una venta aquella mañana, le vino bien que no apareciera, para así tener más tiempo para fabricarse una coartada.

Durante el transcurso de la mañana, Ronald DeFeo hizo algunas llamadas a casa sabiendo que nadie respondería, y cuando habló con su novia decidieron comer juntos. De ese modo el tiempo se alargaba y su coartada, desde su punto de vista, se hacía más consistente.

Más tarde vio a un amigo suyo llamado Bobby y éste le comentó que había pasado por su casa y visto los coches de la familia, aunque nadie le abrió la puerta para recoger el periódico que les llevaba cada día. Tras la cita con su novia, Ronald fue al bar “The Witche’s Brew” donde había quedado con Bobby y le pidió ayuda. Se mostró aparentemente preocupado por su familia, porque afirmaba que también él había estado en la casa, pero sin poder entrar por falta de llaves, y que igualmente le había extrañado que nadie abriera la puerta.
Fueron hacia allí; entraron a la casa y Ronald fingió horrorizarse al ver lo ocurrido. Regresaron al bar, donde entró vociferando que habían matado a su familia. Otro chico, Joe Yeswit, lo acompañó al lugar y fue quien avisó a la policía.
Los muertos fueron: Ronald Sr., el padre, de 43 años; Louise, la madre, de 42; Dawn, hermana de Ronald Jr., de 18 años; Allison, de 13; y sus hermanos, Mark, de 11 años, y John, de 9. La familia DeFeo fue enterrada dos días después en el Cementerio Saint Charles, en el condado de Suffolk, Nueva York.
La condena
Aunque al principio Ronald negó saber nada sobre los crímenes, todas las pruebas apuntaban hacia él. El móvil era un seguro de vida de $200,000.00 dólares y el dinero que el padre guardaba en la caja fuerte ubicada en su dormitorio.
Ronald acabó confesando y declarándose culpable, pero asegurando que no había actuado por propia iniciativa. Decía estar convencido de que en el 112 de Ocean Avenue habitaba una fuerza maligna que acabó poseyéndolo y haciéndole protagonista de la matanza.
Su abogado defensor trató de hacerlo pasar por un demente para así conseguir una condena más pequeña, pero Ronald no se libró, dadas las pruebas de premeditación de los asesinatos. El jurado consideró que, al tirar sus ropas ensangrentadas al alcantarillado, e intentar establecer una coartada, estaba en posesión de sus facultades mentales.

Finalmente, el 21 de noviembre de 1975, DeFeo fue encontrado culpable de seis cargos de asesinato en segundo grado. El 4 de diciembre de 1975, el Juez Thomas Stark sentenció a Ronald DeFeo, Jr. a seis penas consecutivas de 25 años a cadena perpetua.

DeFeo actualmente se encuentra en Green Haven Correctional Facility, Beekma, Nueva York, y todas sus apelaciones a la junta de libertad condicional hasta la fecha han sido rechazadas.


Los Warren

El matrimonio conformado por Ed y Lorraine Warren, gracias a los sucesos verídicos que se relataban en la película “El Conjuro” (donde ellos aparecían como personajes protagónicos, se vio por primera vez a la muñeca Annabelle y se relataban los espantosos sucesos paranormales que afectaron a la familia Perron), alcanzó una fama planetaria. Y es que estos dos experimentados investigadores de fenómenos paranormales atendieron durante más de 50 años de trayectoria más de 4 mil casos relacionados con fantasmas, incidentes de poltergeist, casas encantadas y posesiones diabólicas.

Lorraine Warren, de actuales 87 años, relató que su acercamiento al mundo paranormal ocurrió en 1933, cuando tenía 7 años y cursaba su educación en un colegio católico de niñas. “A esa edad comencé a ver el aura de las personas. Como era muy pequeña no sabía que eran esas luces. Recuerdo que una vez le dije a una monja de mi colegio: “Tus luces son más brillantes que las de la madre superiora”, y ella me contestó: “¿De qué luces estás hablando?”. Así que me mandó a penitencia a rezar porque pensó que le estaba mintiendo. En ese momento comprendí que era un don que sólo yo tenía. Este aura que tiene la gente es como un aviso de S.O.S. No es lo que proyectas, sino que es lo que eres en realidad. Algunas veces veía esta aura incluso en algunas mascotas y es algo muy hermoso de describir. Como nadie de mi familia entendió de qué se trataba este don tuve que guardarme este secreto por mucho tiempo, hasta que conocí a mi marido Ed”.

Ed Warren, un hijo de un policía que había nacido en 1926 en Connecticut, confidenció por su parte que durante su infancia, entre los 5 y los 12 años, ocurrieron una serie de hechos inexplicables. A las 2 o 3 de la mañana, cuando toda su familia dormía, las puertas de su armario se abrían inexplicablemente y de él surgían luces flotantes con rostros que lo miraban. “El rostro más habitual era el de una anciana enojada. Como la habitación se llenaba de un frío glacial y también se escuchaban pisadas y susurros, a los pocos minutos estaba durmiendo en la cama de sus padres, parapetado entre las sábanas. Crecí sin entender qué era aquello


Cuando Ed Warren tenía 16 años y trabajaba como acomodador en el Teatro colonial en Bridegport, conoció a Lorraine, quien iba todos los días miércoles al cine acompañada por su madre. “Un día empezamos a hablar y nos hicimos amigos. Ella tenía la misma edad que yo y una noche me acerqué a su casa y le pedí una cita. Cuando nos hicimos novios me decidí a contarle que había visto fantasmas y apariciones cuando era niño. Pensé que seguramente se iba a reir y me iba a tomar por un loco, pero ella me contestó que también tenía un secreto. Ella era médium y clarividente, y no sólo había visto fantasmas igual que yo, sino que también podía hablar con ellos. En ese momento me pareció que el destino nos había reunido”.

Después que Ed Warren entró a la Armada, los dos jóvenes se casaron y, cuando Ed volvió de la Segunda Guerra Mundial, la pareja ya tenía una hija. Ed, aprovechando su talento con los pinceles, por esos años se dedicó a pintar cuadros de paisajes y …mansiones embrujadas. “Éramos un pareja de jóvenes muy curiosa y nos atraían esos lugares donde supuestamente se reportaban hechos sobrenaturales, porque a nosotros nos habían pasado cosas parecidas. Por esa época yo me sentaba frente a esas casas y en mis lienzos trazaba terroríficos monstruos y fantasmas que surgían de las puertas y ventanas. Después Lorraine se acercaba al dueño de la casa, que quizás se estaba preguntando desde hacía horas qué hacían aquellos dos jovencitos lunáticos allí, y le ofrecía si quería comprar el cuadro. Lorraine les decía: “Mi marido ha pintado esto. ¡Mire lo que ha visto!”. Ellos sólo decían: “Ay, Dios Mío”. Lo increíble es que muchos dueños de esas casas, pese a que estaban horrorizados, nos dejaban entrar a sus casas para que investigáramos. Vimos cosas tan extrañas que junto a Lorraine decidimos en 1952 formar la “New England Society for Psychic Research” (“Sociedad de Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra”), la primera asociación dedicada a investigar fantasmas y a buscar demonios”.

Con el tiempo los Warren viajarían alrededor del mundo siguiendo las pistas de distintos lugares encantados y dando charlas. Inspeccionaron, de hecho, la Abadía de Whitby, Stonehenge y la Rectoría de Borley, en Essex, que tiene la reputación de ser la ‘casa más encantada de Inglaterra’. La pareja no cobraba por sus servicios por los casos que les encargaban y obtenía ingresos únicamente de la venta de los cuadros de Ed y de las conferencias que dictaban.

Los casos más escalofriantes

En 1965 el matrimonio Warren visitó una casa supuestamente embrujada donde rondaba el espíritu de una niña llamada Cynthia, por lo que Lorraine se puso en contacto con ella después de entrar en una especie de trance. Ed relató que “en ese momento descubrimos que ella estaba buscando a su madre. Nosotros pensamos: “Esto es horrible. Ella está buscando a su madre constantemente día tras día. ¿Cómo podemos ayudar a esa niña?”. A contar de ese momento no comenzamos sólo a experimentar con las apariciones, sino que ahora nos propusimos ayudar a la gente a como diera lugar. Así que comencé a entrevistar a decenas y decenas de clérigos de todas las creencias para interiorizarme mejor de estos temas. Así me enteré de la existencia de los exorcismos. Después de trabajar en conjunto en varios casos de índole sobrenatural con la Iglesia, llegué a ser el único demonólogo laico de los 7 demonólogos reconocidos en ese tiempo en Estados Unidos. Los seis restantes eran todos sacerdotes”.
El 14 de noviembre de 1974 la madre de Ed Warren falleció de cáncer. Lo curioso es que su certificado de defunción marcaba como hora de su muerte las tres y cuarto de la madrugada, el mismo día y la misma hora en que en una casa de un condado de Nueva York, un sujeto identificado como Ronald DeFeo, supuestamente guíado por una voz demoníaca, asesinó con un rifle a los seis miembros de su familia, en un caso que sería conocido como “la casa maldita de Amityville” (Y que también inspiraría una película en 1979, conocida como “Terror en Amityville”). Los Warren, sorprendidos por esta extraña coincidencia, fueron uno de los primeros investigadores psíquicos que pisaron esta casa, reportando allí voces de dudosa procedencia, olores raros, ruidos y drásticos cambios de temperatura. Ed, incluso, logró fotografiar al aterrador fantasma de un niño parado junto a la escalera que llevaba al segundo piso.
Fotografía del fantasma de un niño, tomada por Ed Warren, en la denominada “casa maldita de Amityville
Además de atender el aterrador caso que afectó al matrimonio Perron y sus 5 hijas en su casa de Rhode Island, una familia acosada por el espantoso fantasma de una bruja del siglo XIX y que inspiró la famosa película “El Conjuro” (nota que usted puede revisar en este mismo canal), los Warren atendieron una gran variedad de pesquisas de lo paranormal, incluyendo avistamientos de fantasmas e investigaciones demonológicas. Ed Warren, por lo general, era el “hombre de acción”, pero él mismo reconocía que no podía hacer gran cosa sin su esposa. “Lorraine era esencial en mi trabajo, porque los médiums y videntes nos permiten saber si hay espíritus y fantasmas en un lugar determinado. Los espíritus se sienten atraídos por un médium-clarividente como una polilla se siente atraída a una llama. A través de los casos que atendimos conseguimos miles de fotos de fantasmas. Y no estoy hablando de material de tipo ectoplásmico o vaporoso, si no que de espíritus que aparecían tan claros como tú y yo. En muchos de estos casos trabajamos con clérigos de todos los credos, porque la mayoría de las religiones enseña el amor de Dios y el amor al prójimo”.

Ed Warren destacó, como anécdota, que su mujer y él consiguieron en 1989 que un tribunal de justicia reconociera que una mujer y su joven hijo habían sido expulsados de su casa por … fantasmas. “Ella vivía en Hebrón, Connecticut y el agente de bienes raíces que les había arrendado la casa los estaba demandando por dos mil dólares. Ella nos pidió que entráramos en la casa y consiguiéramos pruebas que demostraran que allí había fantasmas. Fuimos a la corte de Rockville y ganamos el caso, estableciendo un precedente en los Estados Unidos, porque presentamos una evidencia muy sólida, con fotografías, grabaciones y testigos bastante creíbles”.

La Dama de Blanco de Easton y el Museo del Horror de los Warren

Además de filmar fantasmas, ataques de espíritus contra personas y criaturas extrañas como duendes, Ed Warren recuerda también cuando logró filmar durante varios segundos, el 1 de septiembre de 1990, a las 2:40 am., a la denominada “Dama Blanca de Easton”, el fantasma de una mujer que había sido visto durante más de 50 años en torno al cementerio de la Unión, ubicado en la Ruta 59 de Easton. “Aparqué mi furgoneta en el cementerio y esperé en silencio con mi grabadora de vídeo. La única luz que se veía era una luz de la calle, que estaba a 50 metros de donde yo estaba sentado. De pronto escuché una mujer llorando y me asomé lentamente. Vi cientos de luces fantasmas que flotaban alrededor y formaban la figura de una mujer. Yo no podía distinguir los rasgos faciales, pero pude ver que tenía el pelo largo y oscuro y que estaba vestida de blanco. Me emocioné un poco, así que comencé a caminar hacia ella para filmarla mejor, pero ella desapareció. Olvidé en ese momento que nunca hay que caminar hacia un fantasma, sino que hay que dejar que el fantasma venga a ti, porque puedes cambiar el campo molecular y magnético cuando un fantasma se está materializando”.

Los Warren durante sus espeluznantes investigaciones recolectaron cientos de artículos supuestamente poseídos y embrujados, como jueguetes, libros, esculturas, cuadros y máscaras, que en la actualidad se pueden admirar en el “Warren Occult Museum” (“Museo de lo Oculto de los Warren”), único en su especie en el mundo y ubicado en un cobertizo de la propia casa de los Warren, en Monroe, Connecticut. Ed Warren precisó que “en este museo oculto hay cosas que son tan peligrosas que con sólo tocarlas la gente puede contaminarse con el mal, al contrario de lo que ocurre cuando se toca cualquier artículo en una iglesia. Cuando un sacerdote bendice una reliquia sagrada, una cruz o una estatua, lo que hace es proyectar las vibraciones de la santidad en la estructura molecular de dicho elemento. En nuestro museo todos los artículos que se exhiben aquí estan cargados de malignidad porque fueron utilizados en brujería, rituales satánicos, magia negra y maldiciones. Algunos nos criticaron por exponer estas cosas tan peligrosas a los visitantes, pero ellos no saben que el mal se nutre precisamente de la ignorancia de la gente, de las propias creencias de algunas personas ingenuas que cree que el mal y el diablo no existen”.

Las “travesuras” de Annabelle

En una de las vitrinas de este increíble Museo del Horror, encerrada en una urna de cristal, destaca, sin dudas, la famosa y temida muñeca “Annabelle”, un juguete diabólico que los Warren lograron llevar a duras penas a su casa después que aterrorizara a tres jóvenes (e intentara asesinar a uno de ellos) en la década de los 70’. Lorraine Warren recuerda que “nosotros logramos concluir que un espíritu inhumano demoníaco era el que empezó a mover a la muñeca para captar la atención de estos jóvenes y poseer así a cualquiera de ellos. Después que estos muchachos nos contactaron sometimos a la muñeca a un ritual religioso y la llevamos a nuestra casa, pero durante el trayecto sentimos una atmósfera de odio vicioso. El auto en que íbamos empezó a fallar, así que Ed roció a la muñeca con agua bendita. Inmediatamente los disturbios del carro cesaron y pudimos llegar a salvo a casa. Pero en los días siguientes Annabelle comenzó a levitar y a presentarse en algunos cuartos de la casa, pese a que mi marido la había dejado en su estudio, sentada en una silla. También Annabelle se hizo “amiga” de un gato negro que, ocasionalmente, se materializaba al lado de ella. El padre Jason Bradford, un exorcista católico que ya había trabajado con Ed en algunos casos, nos visitó una vez y se manifestó bastante interesado por la historia de esta muñeca, pero cuando la vio la encontró bastante inofensiva y, después de dejarla en la silla donde estaba, nos dijo: “No se preocupen, sólo es una muñeca de trapo y no puede lastimar a nadie”. Cuando se fue de la casa una hora después, le dije al padre que tuviera mucha cautela al manejar y que nos llamara de inmediato en cuanto llegara a su destino. Cuando se fue le dije a Ed: “Percibo tragedia para esa joven sacerdote, pero él tiene que llegar a su destino”. Unas horas después sonó el teléfono. Era el padre Bradford. “Lorraine –me dijo- ¿Por qué me dijiste que tuviera cuidado al manejar. Y yo le respondí: “Porque sentí que el carro iba a salirse fuera de control, y que estarías involucrado en un terrible accidente”. El padre Jason me dijo entonces: “Pues tenías razón. El sistema de frenos de mi auto falló inexplicablemente y casi muero en un accidente de tráfico. Mi auto quedó en ruinas y yo estoy vivo de milagro. Y creo que esa muñeca fue la gran responsable del accidente“.


El 23 de agosto del 2006 el infatigable Ed Warren, después de sufrir un accidente cerebro vascular, falleció en su hogar de Connecticut. A su lado se encontraba su fiel esposa Lorraine, la misma que conoció cuando tenía 16 años. Hoy, a los 87 años, la clarividente y demonóloga sigue activa y viviendo en la casa familiar, junto al museo que lleva su apellido y donde todavía permanecen los cientos de objetos malignos que su marido y ella recolectaron durante décadas de pesquisar hechos sobrenaturales y combatir a entidades maléficas. Entidades tan aterradoras como la temida muñeca Annabelle.

martes, 12 de julio de 2016

El comienzo del espiritismo - Las hermanas Fox -





Las hermanas Fox fueron tres mujeres de Nueva York que de algún modo revolucionaron el estudio de lo paranormal.

Kate Fox (1837–1892), Margaret Fox (1833–1893) y Leah Fox (1814–1890) aseguraron que su casa estaba habitada por escandalosos espíritus. A lo largo de los años "probaron" estos hechos ante distintos medios y testigos, casi siempre inadmisibles, y en el camino ganaron fama, fortuna y enemigos implacables.

En 1848, Kate, doce años, y Margaret, de 15, vivían en una casa en Hydesville, Nueva York, que tenía fama de estar embrujada. En marzo de aquel año la familia comenzó a inquietarse tras escuchar sonidos en medio de la noche que no tenían un origen claro. En pocos días, los sonidos cesaron, pero los objetos, en ocasiones incluso muebles, comenzaron a moverse de manera jactanciosa.

Un tío que se hospedaba en la casona decidió confrontarse con el supuesto espíritu y lo desafió a golpear la edad de las muchachas. La entidad no solo anunció las edades de las chicas, sino que éstas incluso advirtieron su nombre en el aire, susurro que no fue audible para nadie más. El espíritu dijo que podían llamarlo el Señor Splitfoot, un reconocido apodo del diablo.

A partir de entonces la casa de Hydesville se convirtió en el vértice de apariciones asombrosas. El espíritu de un tal Charles B. Rosma, que había sido asesinado cinco años antes, empezó a efectuar declaraciones escalofriantes en los oídos de las muchachas. Entre otras cosas, aclaró que su cadáver había sido enterrado en el sótano.
Las chicas fueron dispersadas hacia distintas casas de familiares y amigos, pero los fenómenos paranormales parecían seguirlas allí donde se establecían. Todos los anfitriones declararon escuchar voces pavorosas y sonidos que en nada se parecían a las modulaciones de la voz humana.

Las hermanas Fox adquirieron popularidad cuando realizaron una serie de sesiones espiritistas en Nueva York en 1850, que atrajeron a un número extraordinario de personalidades destacadas del arte y la política. Naturalmente, esta popularidad también atrajo críticos, como Charles Grafton Page, un abogado con una larga trayectoria desenmascarando fraudes sobrenaturales. En su libro de 1853: Psicomancia (Psychomancy), Page denuncia que los sonidos extraños provenían de una región inaccesible a la vista justo debajo de la falda de las muchachas, e incluso elabora la hipótesis de que las hermanas Fox eran una suerte de ventrílocuas genitales, capaces de imitar la voz humana mediante la retención y expulsión de aire a través de su aparatos reproductores.

Las sesiones espiritistas de las hermanas Fox se fueron transformando más en eventos sociales frívolos que en verdaderos intentos de comunicarse con el más allá. La crítica se volvió despiadada, pero las muchachas habían ganado el beneplácito de Horace Greeley, un prominente político y editor, que las protegió de las razonables denuncias de fraude. Más aún, en pocos meses las incluyó en un círculo social más alto, y acaso mucho más crédulo. Este ingreso en la aristocracia las obligó a adoptar una postura más teatral en sus sesiones que en general derivaban en fiestas interminables.

Tras la muerte de su primer marido, Leah contrajo segundas nupcias con un exitoso banquero de Wall Street, quien la estimuló a continuar su carrera como médium. Margaret tuvo menos suerte. En 1852 se casó con Elisha Kane, un explorador del círculo ártico, que rápidamente se convenció de que su nueva esposa era un fraude. Sin embargo, ningún marido logró separarlas. Todas ellas comenzaron a realizar viajes alrededor del mundo gestionados por mecenas interesados en sus dotes de médiums, y así recorrieron prácticamente toda Europa.

Con los años las sesiones espiritistas de las hermanas Fox fueron ganando en espectacularidad. No solo había sonidos, sino presencias perfectamente identificables. El ectoplasma fluia generosamente de las bocas, narices y distintos orificios de las muchachas, agrupándose luego para dar forma a entidades familiares a sus sponsors.
Eventualmente la necesidad de impresionar a su audiencia fue haciéndolas más y más proclives a cometer errores. Las tres hermanas Fox desarrollaron una afición obsesiva por el alcohol, y sus sesiones ya no fueron las mismas. Ya en el ocaso de sus carreras declararon abiertamente haber cometido innumerables fraudes, pero aseguraron que éstos surgieron en un segundo momento, y que al principio tanto las apariciones como los sonidos eran genuinos, pero que éstos cesaron misteriosamente cuando abandonaron la casona de Hydesville. En conjunto anunciaron que aquel espíritu de Charles B. Rosma, que aseguraba haber sido enterrado en el sótano de Hydesville, era real, pero que sus sucesores no lo fueron en absoluto.

Ante tamaña confesión nadie volvió a darles crédito. Los periódicos se saciaron con la historia, e incluso publicaron confesiones firmadas por las hermanas Fox, y el asunto eventualmente pasó al olvido.


El 22 de noviembre de 1904, cuando las tres hermanas Fox estaban muertas, la casa de Hydesville fue examinada por una empresa inmobiliaria que la había adquirido recientemente. Un cronista del Boston Journal fue invitado a la inspección, a esa altura, de carácter meramente anecdótico. La partida no halló nada extraño, salvo algunos objetos que pertenecieron a las hermanas Fox. El único hallazgo asombroso se produjo en el sótano, donde se encontraron restos óseos de animales mezclados con huesos humanos, cuya identidad nunca logró aclararse.