jueves, 14 de julio de 2016

Asesinato de la Familia Defeo

La noche del 14 de noviembre de 1974, la policía recibió una llamada para que acudiesen a una casa de Amityville, en el condado de Suffolk (Nueva York). Allí encontraron un espantoso escenario. Seis cuerpos sin vida correspondientes a la familia DeFeo casi al completo. Padre y madre, dos hijos y dos hijas habían sido asesinados con un rifle mientras dormían en sus camas. El único superviviente, Ronald, hijo mayor de la familia De Feo (conocido como Butch), parecía inconsolable. Durante sus conversaciones con la policía, señaló que el responsable podía ser un tal Louis Fatini, un mafioso que según Butch, había mantenido alguna rencilla con su padre. Sin embargo esta historia no terminaba de cuadrar.

El asesino

Ronald DeFeo Jr., conocido como “Butch”, nacido el 26 de septiembre de 1951, era el hijo mayor de la familia. De niño siempre tuvo un comportamiento explosivo, agresivo y un tanto solitario, lo que desembocaría en una pésima relación con su padre, quien se caracterizaba por tener también un temperamento violento y muy severo.
La mala relación padre e hijo y la falta de comunicación se suplió con dinero. A Ronald nunca le faltaron lo excesos. Sus padres se esmeraban hacerle regalos y darle dinero a cambio de una convivencia más tranquila. Esto sólo empeoró la actitud de Ronald.
Mientras estudiaba llegó a liderar un grupo de violentos vándalos. En esa época tomaba LSD y también coqueteaba peligrosamente con la heroína. Sus padres decidieron sacarlo de la escuela parroquial cuando tenía apenas diecisiete años. Visitó a varios psicólogos y psiquiatras que no consiguieron ayudarlo, pues mantenía esa conducta violenta delante de los propios médicos.
Fueron muchos los problemas de Ronald durante su adolescencia. Creó situaciones delicadas durante algunas fiestas a las que fue invitado. En una de ellas, apuntó con su escopeta a la cabeza de uno de sus amigos, sembrando el pánico. Tras unos tensos segundos le dijo “Vaya… te has puesto blanco”. Así era Ronald, impredecible y violento.
Mientras tanto el matrimonio DeFeo seguía teniendo fuertes discusiones y en una ocasión Ronald, harto de presenciarlas, se dirigió a la sala con una escopeta en las manos y apuntó a su padre. Le gritó que abandonara de una vez a su madre y le aseguró que le iba a hacer pagar por sus malos tratos. Luego disparó, pero el gatillo se trabó y el incidente no pasó a mayores.
En su evidente locura y sumido en las drogas, Ronald comenzó a realizar sacrificios satánicos en el sótano de la casa, en el cuarto secreto detrás de la alacena: mataba perros y cerdos y pintaba con su sangre las paredes pidiendo dinero y poder.
Poco antes de aquel 14 de noviembre de 1974, Ronald cometió un robo en la empresa de su abuelo, sin embargo éste le perdonó y dejó pasar el hecho sin colocar una denuncia. Pasarían sólo días antes de que Ronald asesinara a toda su familia y así diera origen a la leyenda negra de la mansión de Amityville.
El crímen

El 13 de noviembre de 1974, Ronald DeFeo llevó a cabo lo que llevaba tiempo planeando, aunque luego declararía que aquello fue una “orden” porque escuchaba voces que le decían que tenía que hacerlo. Drogó a toda su familia para que no se despertaran. Ni siquiera se acostó, sólo se tumbó sobre la cama. Esperó a las 3:15 de la madrugada; llegada la hora, se levantó y cogió un rifle de caza de los muchos que tenía en su habitación, pues era aficionado a la cacería.

Ronald entró primero en la habitación de sus padres y les disparó en la cabeza. Tenía cuatro hermanos, dos niñas y dos niños. Los niños dormían en la misma habitación; la niña, Allison, de trece años, lo hacía en la misma planta que sus padres, pero la dejó para más adelante. Ella fue la única persona que se despertó cuando escuchó los disparos. Ronald descubriría que fue la única que no probó el primer plato de la cena, donde roció los somníferos. Pero esto no le valió: la mató igualmente, pero antes la llevó hasta su cama.
Asesinó a todos sus hermanos. Después los tapó con una manta, los puso como si estuvieran durmiendo boca abajo y con los brazos bajo la cabeza, cruzados. Limpió parte de la sangre de las paredes, tomó un baño, se vistió con calma y camino al trabajo, desechó las pruebas cruciales como la ropa manchada de sangre, el rifle Marlin y los cartuchos.
Lo hizo más temprano de lo habitual, pero buscó una excusa: no podía dormir y así adelantaría en el trabajo. Como su padre tenía que hacer una venta aquella mañana, le vino bien que no apareciera, para así tener más tiempo para fabricarse una coartada.

Durante el transcurso de la mañana, Ronald DeFeo hizo algunas llamadas a casa sabiendo que nadie respondería, y cuando habló con su novia decidieron comer juntos. De ese modo el tiempo se alargaba y su coartada, desde su punto de vista, se hacía más consistente.

Más tarde vio a un amigo suyo llamado Bobby y éste le comentó que había pasado por su casa y visto los coches de la familia, aunque nadie le abrió la puerta para recoger el periódico que les llevaba cada día. Tras la cita con su novia, Ronald fue al bar “The Witche’s Brew” donde había quedado con Bobby y le pidió ayuda. Se mostró aparentemente preocupado por su familia, porque afirmaba que también él había estado en la casa, pero sin poder entrar por falta de llaves, y que igualmente le había extrañado que nadie abriera la puerta.
Fueron hacia allí; entraron a la casa y Ronald fingió horrorizarse al ver lo ocurrido. Regresaron al bar, donde entró vociferando que habían matado a su familia. Otro chico, Joe Yeswit, lo acompañó al lugar y fue quien avisó a la policía.
Los muertos fueron: Ronald Sr., el padre, de 43 años; Louise, la madre, de 42; Dawn, hermana de Ronald Jr., de 18 años; Allison, de 13; y sus hermanos, Mark, de 11 años, y John, de 9. La familia DeFeo fue enterrada dos días después en el Cementerio Saint Charles, en el condado de Suffolk, Nueva York.
La condena
Aunque al principio Ronald negó saber nada sobre los crímenes, todas las pruebas apuntaban hacia él. El móvil era un seguro de vida de $200,000.00 dólares y el dinero que el padre guardaba en la caja fuerte ubicada en su dormitorio.
Ronald acabó confesando y declarándose culpable, pero asegurando que no había actuado por propia iniciativa. Decía estar convencido de que en el 112 de Ocean Avenue habitaba una fuerza maligna que acabó poseyéndolo y haciéndole protagonista de la matanza.
Su abogado defensor trató de hacerlo pasar por un demente para así conseguir una condena más pequeña, pero Ronald no se libró, dadas las pruebas de premeditación de los asesinatos. El jurado consideró que, al tirar sus ropas ensangrentadas al alcantarillado, e intentar establecer una coartada, estaba en posesión de sus facultades mentales.

Finalmente, el 21 de noviembre de 1975, DeFeo fue encontrado culpable de seis cargos de asesinato en segundo grado. El 4 de diciembre de 1975, el Juez Thomas Stark sentenció a Ronald DeFeo, Jr. a seis penas consecutivas de 25 años a cadena perpetua.

DeFeo actualmente se encuentra en Green Haven Correctional Facility, Beekma, Nueva York, y todas sus apelaciones a la junta de libertad condicional hasta la fecha han sido rechazadas.


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